Los percebes son un crustáceo cirrípedo de la familia de los policípidos
(Pollícipes cornucopia).
Su cuerpo, de aproximadamente 4 centímetros de largo, se compone de dos partes
bien diferenciadas: la parte superior es conocida como capítulo, mientras que la inferior recibe el
nombre de pedúnculo. El capítulo es la parte dura y también se le conoce vulgarmente como uña
del percebe. En su interior abarca seis pares de cirros y la boca. Los cirros son los
encargados de la búsqueda y captura del alimento del medio y su posterior traslado a la boca. Los
músculos del capítulo tienen tres funciones básicas, las necesarias para que los cirros ejerzan su
función. También posibilitan que funcione el sistema respiratorio del
percebe
mediante la apertura de la uña. Es un animal hermafrodita, de modo que posee aparato reproductor
tanto masculino como femenino. El capítulo abarca el masculino, compuesto por dos testículos y un
pene, mientras que el femenino se encuentra en el pedúnculo.
El pedúnculo tiene una forma cilíndrica y está recubierto de una fuerte piel.
Tiene tres haces musculares que permiten al percebe contraerse, estirarse y orientarse en cualquier
dirección. El percebe, durante su vida adulta, vive pegado a las rocas gracias a la glándula de
cemento, situada también en el pedúnculo y que segrega un líquido que se solidifica en el exterior,
permitiendo al animal adherirse fuertemente al sustrato rocoso. El pedúnculo facilita mucho la
reproducción, al posibilitar el acercamiento de ambos aparatos reproductores entre los dos
individuos adultos, ya que no se pueden autofecundar. El tamaño del pene del percebe en relación al
resto de su cuerpo es el más grande de todo el reino animal.
Dado que los percebes adultos poseen una baja capacidad de transporte de oxígeno
en su tórax, se les hace imprescindible vivir en zonas costeras rocosas muy azotadas por el oleaje,
altamente oxigenadas. Es por ello que su captura representa cierto riesgo para la salud de los
percebeiros,
nombre dado a los recolectores de este molusco en la costa atlántica gallega. Es en las rocas de
Galicia donde se cogen y exportan los percebes más valorados del mercado. Debido al riesgo que
implica su recogida así como al excelente sabor del pedúnculo se trata de un ejemplar de
marisco
muy caro. Además de en Galicia, la recogida de percebes también se da (aunque en menor medida) en
otras costas atlánticas como las inglesas, francesas o portuguesas.
El tiempo que pasan adheridos a las rocas solo se da en su edad adulta, ya que
al salir de los huevos se incorporan al medio marino como plancton. Después de pasar por siete
fases larvarias diferentes durante dos meses, alcanzan una estructura que les permite iniciar el
proceso de fijación al sustrato rocoso. Este dura alrededor de otros dos meses, momento a partir
del cual los
percebes
comienzan a desarrollar su tamaño, alcanzando el idóneo (comercialmente hablando) a los seis meses
aproximadamente.
Los percebes representan un producto muy típico de la gastronomía marina,
especialmente de la cocina gallega. La forma más tradicional de cocinarlos es cociéndolos en agua
con sal durante dos minutos, acompañando la cocción con una hoja de laurel. También se pueden hacer
a la plancha. |