El término ostra es el nombre común de diversos moluscos lamelibranquios filibranquios de la
familia de los ostreidos, del género Ostrea. Pertenecen al grupo de los bivalvos y la
especie más conocida es la Ostrea edulis, que también recibe el nombre de ostra
común.
Las ostras están formadas por dos valvas o conchas. La superior tiene una forma
plana, mientras que la inferior, mucho más abombada, es la que se adhiere sólidamente al sustrato
exterior. La cara externa de las valvas presenta líneas de crecimiento laminares con resaltes. La
interior es blanca y brillante. El hábitat natural de las
ostras
son las rocas marinas de no más de 80 metros de profundidad. Normalmente optan por adherirse a
ellas, aunque hay muchos ejemplares que prefieren enterrarse bajo la arena. Muchas especies son
capaces de soportar cambios bruscos en la salinidad del agua, principalmente producidos por la
desembocadura del agua dulce de los ríos durante la bajamar.
El sistema respiratorio de las ostras es similar al de los peces, al emplear
branquias. La capa que las recubre se alinea con los vasos sanguíneos del molusco, que captan el
oxígeno del agua y expulsan el bióxido de carbono. Un pequeño corazón de tres cámaras es el
encargado de bombear la sangre y repartirla por el resto del cuerpo. También poseen dos riñones,
que se encargan de purificar la sangre de cualquier residuo que haya podido consumir. El tamaño de
las ostras, así como el color de sus conchas, varía dependiendo de la especie. La ostra
común alcanza diámetros de entre 7 y 10 centímetros. Otras especies como la ostra roja
son ligeramente más pequeñas, mientras que las ostras perleras pueden alcanzar diámetros de
hasta 20 centímetros.
Este tipo de molusco tiene dos sexos diferenciados, aunque la ostra común
es capaz de cambiar de uno a otro varias veces a lo largo de su vida. También hay ejemplares de
ostra,
aunque en menor medida, hermafroditas. La reproducción se da de manera externa: las hembras dejan
en suspensión los huevos, que son arrastrados por las corrientes. Los machos expulsan entonces el
esperma, fecundándolos.
Las ostras se alimentan de un modo similar a muchos otros moluscos. Con los
cilios crean ligeras corrientes de agua, que se filtran a través de las valvas. En el moco
existente en la papada de la ostra queda atrapado el plancton,
algas
y otras partículas alimenticias, que son trasladadas a la boca antes de ser digeridas y expulsadas
en forma de hez. Este método conlleva sus ventajas y sus desventajas desde el punto de vista del
interés humano. Las ostras pueden ejercer de limpiadoras de suciedad, ya que al consumir los
agentes contaminantes de las aguas y digerirlos los depositan en bloques en el fondo del mar, donde
resultan inocuos. Sin embargo, si una ostra vive en un entorno industrial donde las aguas están
constantemente contaminadas puede convertirse en un riesgo para la salud de la persona que la
consume.
La captura sin control de estos animales ha hecho que la pesca natural de ostras
no sea suficiente para abastecer la demanda de este molusco en la actualidad. En cambio sí que es
posible cultivarlas por medio de la ostricultura. Se emplea el método de la batea, similar a otros
moluscos como el
mejillón.
Se crean entornos marinos muy favorables para que las ostras se asienten en estos y cuando alcanzan
el tamaño ideal (normalmente a los dos años de su nacimiento) se recogen para comerciar con ellas,
ya que son un tipo molusco altamente cotizado dentro del mercado del marisco.
Además de por su conocido valor gastronómico, la sociedad conoce las otras como
productoras de perlas. Hay algunas especies que son capaces de crearlas a lo largo del tiempo,
acumulando sedimentos hasta que se forma la piedra preciosa. El tipo dependerá del tipo de
sedimento. |