El bogavante es un crustáceo decápodo marino de la familia de los nefrópidos
(Homarus gammarus). Presenta muchas similitudes con la
langosta americana y la
cigala.
El bogavante europeo se caracteriza por presentar un caparazón azul oscuro
jaspeado de amarillo, mientras que el de su variante americana (Homarus americanus) es de
color rojizo. Dicho caparazón es liso y tiene forma de cilindro, mientras que el abdomen está muy
desarrollado y musculado. De la cabeza le salen dos antenas tan largas como el resto de su cuerpo y
otras dos más cortas. El
bogavante
tiene diez patas, de las cuales las dos primeras son su elemento más característico: se trata de
dos grandes, desiguales y afiladas pinzas que utiliza para cortar y triturar. El segundo y tercer
par de patas termina también en forma de pinza, aunque muchísimo más pequeñas.
El bogavante se puede encontrar sobre todo en zonas templadas del Atlántico
occidental, además de en algunos puntos del Mediterráneo occidental y del Mar Negro. Su
localización está muy limitada por la sal del agua, ya que normalmente necesitan mucha salinidad
para sobrevivir. Viven en fondos arenosos y rocosos, entre las algas. No suelen superar los 60
metros de profundidad y aprovechan la arena y las rocas para ocultarse durante el día. Al igual que
otros crustáceos, tienen hábitos nocturnos. Se alimentan de gusanos, peces muertos y
bivalvos.
Para reproducirse necesitan temperaturas no inferiores a los 15 grados
centígrados. El acto de apareamiento se produce nada más que la hembra muda su caparazón, a finales
de verano; el macho emite un paquete seminal y la hembra lo conserva durante todo el invierno.
Luego, cuando es fecundada, conserva los huevos (entre 5000 y 30000) pegados al abdomen durante
diez o doce meses más, momento a partir del cual nacen formas en la fase de zoea, que al cabo de
seis o siete semanas resultan en
bogavantes
pequeños con aspecto de adultos. Al cabo de un año miden alrededor de 5 centímetros de longitud, y
a los dos llegan los 10. Los 20 centímetros los alcanzan a los cuatro años, momento en que se
suelen reproducir por primera vez. Los ejemplares que superan los 20 años de antigüedad alcanzan
fácilmente los 50 centímetros.
Los bogavantes suelen mostrar el caparazón lleno de gusanos o
algas marinas.
Les ayuda a pasar inadvertidos ante sus predadores. Cuando tienen pocos años mudan su esqueleto con
mayor frecuencia, aunque esta disminuye con el paso de los años. Se trata de un proceso difícil, ya
que hay mucha masa dentro del caparazón y poco espacio para que salga. Cada vez que mudan se estima
que son un 15% más grandes que en la muda anterior. Cuando envejecen realizan las mudas con mucha
menos frecuencia. El cambio lo hacen enterrados en la arena, evitando así el ataque de los
enemigos, que suelen intentar sacar ventaja de este proceso.
La pesca del bogavante se da sobre todo en las costas americanas, ya que el
ejemplar europeo es mucho menos común. Por ello esta clase de
marisco
alcanza precios muy elevados cuando se vende en los mercados. así como cuando forma parte de un
plato típico como pueda ser el arroz con bogavante. |