Almeja es el nombre con el que comúnmente se conoce a varias especies de moluscos bivalvos
que viven enterrados bajo las arenas tanto de ríos como de mares.
Las almejas poseen dos conchas simétricas y su tamaño depende mucho de la
especie. Son capaces de excavar hasta profundidades de 30 centímetros. Viven bajo tierra con el fin
de ocultarse de otros seres vivos. No tienen ni cerebro ni ojos. También carecen de olfato y son
incapaces de producir ningún sonido. Las
almejas
se alimentan de plancton y de otros vegetales marinos, filtrándolos por las valvas. Con ellas son
capaces de resistir temperaturas inferiores a los 5 grados centígrados, así como las superiores a
los 30. También pueden sobrevivir a la bajamar y a los grandes cambios de salinidad.
La reproducción de las almejas se da de manera exógena. La hembra deposita sus
óvulos sobre el plancton y el macho su esperma. Realizado el proceso de fecundación se forman las
larvas, que se acabarán desarrollando en mayor o menor medida dependiendo de la zona donde se
encuentren, de las veces que se reproduzcan, de la alimentación que obtengan y de la temperatura
del agua donde se encuentre la arena o fango donde estén enterradas.
Los meses de verano son épocas de veda para su recolección. Durante este período
las almejas son capaces de filtrar mucha más agua, por lo que su crecimiento es mayor. Los métodos
más conocidos para pescarlas son con la raña (como los pulpos) o con un simple rastrillo,
arrastrándolo por los fondos arenosos. Se trata de una técnica costosa y poco agradecida, motivo
por el cual las almejas suelen tener precios de mercado elevados. Al igual que sucede con otros
moluscos, su cría también se realiza de forma artificial en criaderos.
La especie de almeja más conocida es la almeja fina. Sus valvas tienen un
color gris claro con zonas manchadas algo más oscuras. El sabor de su carne está muy bien
considerado y aguantan mucho más que el resto de especies fuera del agua, por lo que su precio
crece al tener un período de comercialización más duradero. Su tamaño está comprendido entre 2, 5 y
5 centímetros, mientras que de peso no suelen superar los 50 gramos. La almeja finas es muy
típica de las costas gallegas, aunque también se pueden encontrar ejemplares al norte del Atlántico
y en el mar del Norte.
Otra especie bastante común y más asequible económicamente que la almeja
fina es la almeja aponesa o japónica. El color de la concha varía entre gris,
negro y tostado. El crecimiento es realmente rápido, lo que ha provocado que se busque la cría de
esta especie en muchos países europeos. Es propia de las costas inglesas y francesas.
La tercera especie más comercializada es la almeja babosa. Las valvas son
de color gris pálido o crema y su sabor es muy similar al de la almeja fina, con la única
diferencia de que la babosa aguanta mucho menos tiempo fuera del agua, lo que dificulta más
su comercialización.
Existen muchas más especies: almeja amarilla, almejón de sangre,
almeja dura, almeja gigante, almeja de agua dulce, almeja Chocolata,
almeja de Islandia, almeja de Nueva Inglaterra o almeja rubia, entre otras. |